Luciano Pereyra
A un paso de caer
y a punto de apagarse
la luz de mi mirada.
Vencido el vencedor,
no pude soportar
ni el poco peso de mi alma.
Se enmudeció mi voz,
o el mundo enloqueció,
que ya no escucha mi garganta.
Pero estabas tú
tomando mi mano,
para darle calor,
tan fuerte y valiente,
como un rayo de sol.
Qué suerte tenerte
como un ángel guardián,
bendita tu mano que me pudo salvar.
En medio del dolor
era mejor partir
pidiendo a Dios que terminara.
Aquella cruel canción
que tanto hizo llorar
y que el telón por fin bajara.
Y cuando oscureció,
la fe se me escapó
y el corazón me abandonaba.
Pero estabas tú
tomando mi mano,
para darle calor,
tan fuerte y valiente,
como un rayo de sol.
Qué suerte tenerte
como un ángel guardián,
bendita tu mano que me pudo salvar.
Tomando mi mano,
para darle calor,
tan fuerte y valiente,
como un rayo de sol.
Qué suerte tenerte
como un ángel guardián,
bendita tu mano que me pudo salvar.
Tu mano,
que me pudo rescatar
para que vuelva a cantar.
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