Peteco Carabajal
Andaba sin apuro
probando mi camino
tal vez enamorado
de aquella soledad.
De pronto en mi horizonte
surgió una luz pequeña
quemando despacito
como un amanecer.
Se abrieron la ventanas,
cayeron los candados
que cerraban mi vida
de frente a una ilusión.
Estaba ya por entregarle
el corazón a una mujer
a tiempo vi la trampa
donde iba yo a caer.
Y vuelves a las cosas
que dabas por perdidas
y aprendes nuevamente
el beso del amor.
Paredes sin cimiento
que son casi perfectas
en algo se parece
a veces la pasión.
Remansos traicioneros
que esconden remolinos
me hundieron a un abismo
tu boca y tu mirar.
Estaba ya por entregarle
el corazón a una mujer
a tiempo vi la trampa
donde iba yo a caer.
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