Tamara Castro
Quien despertó ese gemir, sobre la siesta del chaco
Quien desató, su vendaval de llanto desconsolado,
Habrá de ser el corazón de San Francisco Solano
Que nunca se olvidó de sus hermanos.
No llores más ciego violín que no amanezca tu llanto
Sobre la piel sufrida y gris de tus hermanos matacos
No llores más ciego violín que el río lleva tu llanto
Y sube a florecer por los lapachos.
Turbio caudal, ciego de amor,
Rojo volcán que no murió
Dulce oración furia y pasión,
Amargo llanto.
Déle cerrar, sobre el confín, de una cigarra soñando
Debe pensar que esto es así, al día hay que celebrarlo
De sol a sol cual trovador, con ese fuego sagrado
Con el ha de morir siempre cantando.
Un colibrí multicolor presume al viento danzando
Ebrio de luz, déle aletear, trópico adentro volando
Fino y sutil, de flor en flor, liba la miel de los chacos,
Herido corazón del palo santo.
Turbio caudal, ciego de amor,
Rojo volcán que no murió
Dulce oración furia y pasión,
Amargo llanto.
No llores más violín tu amargo llanto.
Quien desato ese gemir, sobre la siesta del Chaco.
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