El músico tenía 72 años y fue pieza clave en la historia del folklore argentino. Su legado como parte del legendario grupo Los Carabajal y su rol como difusor cultural marcaron un antes y un después en la música popular.
Este domingo se conoció una noticia que enluta al mundo del folklore: murió Mario “Musha” Carabajal, referente indiscutido de la cultura santiagueña y miembro fundamental del histórico grupo Los Carabajal. El músico tenía 72 años y su partida deja un profundo vacío en el corazón del pueblo folklorista.
Desde muy joven, Musha se integró a Los Carabajal, agrupación familiar nacida en 1967 y considerada una de las más influyentes del folklore nacional. Su incorporación, primero como reemplazo ocasional y luego como miembro permanente, marcó el inicio de una carrera artística que se entrelazó con la historia misma de la chacarera.
En entrevistas pasadas, recordaba con cariño cómo comenzó en la música a los 13 años, dejando atrás su pasión por el fútbol para entregarse de lleno a los escenarios junto a sus tíos Agustín y Carlos Carabajal.
Mario “Musha” Carabajal no sólo brilló en los escenarios de Cosquín, Jesús María y el Luna Park; también dejó huella como gestor cultural. Fue uno de los grandes impulsores de la ley nacional que promueve la enseñanza del folklore en las escuelas, aprobada en 2019. Su compromiso con la cultura fue mucho más allá del aplauso.
En sus palabras, el arte ya vivía en su hogar: “Estábamos envueltos de violinistas, guitarristas y cantores”, decía al recordar las reuniones familiares que forjaron su identidad artística.
La familia Carabajal lo despidió en redes sociales como un “pilar esencial” del conjunto, confirmando que el velatorio será el lunes 14 de abril en la Casa Velatoria Forest (Chacarita), ubicada en Av. Forest 906, entre las 11:30 y las 16:30. Luego, sus restos serán trasladados a su querida Santiago del Estero, donde se anunciarán los detalles de su despedida definitiva.
Musha recordaba con orgullo su participación en El Chacarerazo, hito del folklore de los ‘80, y también su entrañable vínculo con el maestro Sixto Palavecino, quien le regaló la letra que inspiró su primera composición.
En cada palabra suya vibraba un amor incondicional por su tierra: “Santiago del Estero es cuna de la cultura. Tiene el quichua y la chacarera. ¿Qué va a ser pobre? Mi Santiago es rico”, afirmaba.
Musha se definía como “trabajador de la cultura”, y dejaba como legado una frase que lo representaba:
“No es lo mismo deslumbrar que alumbrar. Yo creo que conseguí alumbrar”.
Hoy, el folklore despide a un hombre que alumbró caminos, sembró identidad y será eternamente recordado en cada bombo, en cada chacarera, y en cada rincón donde la música popular argentina siga viva.
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