Tokjuaj era muy andariego. Iba de un lado a otro.
Una vez plantó un árbol y cortó una ramita. La miró un rato largo y después la plantó.
- ¿Por qué no te hacés grande, plantita?. Yo te planté para que crecieras.
La planta obedeció y empezó a crecer. Tanto crecía que a Tokjuaj le dio miedo.
Era el ombú, por eso crecía de esa manera.
Después vio Tokjuaj una pequeña acequia con un hilo de agua y le dijo:
- ¿Por que no te haces más grande?
El agua entonces se abrió hasta que se convirtió en mar. Tokjuaj se bañó allí porque quería saber cómo era el agua y también el barro.
Pero vio que el agua se le venía encima y empezó a correr. Iba bien embarrado. Llegó a un claro del monte en donde había un palo santo caído, Tokjuaj tropezó con él y se cayó.
Dicen que chocó con la trompa, por lo que quedó bien ñato.
El barro se cayó al suelo y él se convirtió en chancho. Por eso dicen que este animal es tan sucio y vive en el barro.
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